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La vida eterna en la Tierra: una esperanza que Dios nos ha dado

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Mensaje  javi Sáb Mayo 05, 2012 5:50 pm

En el mismo inicio de la historia, Jehová dio a conocer con toda claridad su propósito para la humanidad. ¿De qué manera? Al indicarle a Adán que si era obediente, podría vivir para siempre (Génesis. 2:9, 17; 3:22).
Desafortunadamente, Adán perdió la perfección. Sus primeros descendientes sin duda sabían lo que había ocurrido. Además, veían las consecuencias: se había bloqueado la entrada al jardín de Edén y la gente estaba envejeciendo y muriendo (Génesis. 3:23, 24). La duración de la vida se hacía cada vez más corta. Aunque Adán vivió 930 años, Sem, que sobrevivió al Diluvio, solo vivió 600, y su hijo Arpaksad, 438. Taré, el padre de Abrahán, vivió 205 años; Abrahán, 175; Isaac, 180, y Jacob, 147 (Génesis. 5:5; 11:10-13, 32; 25:7; 35:28; 47:28). La gente debió de entender lo que esto significaba: la esperanza de vivir para siempre se había perdido. ¿Había alguna razón para creer que dicha esperanza se podía recuperar?
La Palabra de Dios dice en Romanos 8:20 Reina Valera Gómez (2010)
"Porque las criaturas fueron sujetadas a vanidad, no voluntariamente, sino por causa de Aquél que las sujetó en esperanza"

¿De qué esperanza se trata? La primera profecía de la Biblia habla de una “descendencia” que magullaría la cabeza de la serpiente (Génesis 3:1-5, 15). Esa promesa les dio a los seres humanos fieles la esperanza de que Dios seguiría adelante con su propósito. Les dio a hombres como Abel y Noé razones para creer que Dios le devolvería a la humanidad lo que Adán había perdido. Es probable que ellos hayan comprendido que la herida en el talón de la Descendencia implicaría derramamiento de sangre (Génesis. 4:4; 8:20; Hebreos 11:4).
Pensemos ahora en el caso de Abrahán. Cuando fue puesto a prueba, este hombre fiel “ofreció, por decirlo así, a Isaac, [...] su hijo unigénito” (Hebreos. 11:17). ¿Por qué estuvo dispuesto a sacrificarlo? (Hebreos 11:19.) Porque creía en la resurrección. Y tenía muy buenas razones para hacerlo. Jehová había restaurado las facultades reproductivas de él y de su esposa, Sara, para que pudieran tener un hijo a pesar de su avanzada edad (Génesis. 18:10-14; 21:1-3; Romanos. 4:19-21). Además, Jehová le había dado su palabra: le había prometido que su descendencia vendría “por medio de Isaac” (Génesis. 21:12). En efecto, Abrahán tenía motivos de sobra para confiar en que Dios resucitaría a su hijo. ¿En donde? ¿en el cielo? Es evidente que en la tierra.

Jehová inspiró a otros hombres para que escribieran acerca de la esperanza de la vida eterna (Salmos 21:4; 37:29). Entre ellos se cuenta el salmista David. En uno de sus salmos, que habla de la unidad entre los siervos de Dios en Sión, concluye diciendo: “Allí ordenó Jehová que estuviera la bendición, aun vida hasta tiempo indefinido”, es decir, para siempre (Salmos 133:3).
Isaías también profetizó por inspiración acerca de la vida eterna en la Tierra en Isaías 25:7, 8 Reina-Valera 1995
“Y destruirá en este monte la cubierta tendida sobre todos los pueblos, el velo que envuelve a todas las naciones. Destruirá a la muerte para siempre,y enjugará Jehová el Señor las lágrimas de todos los rostros y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra;
porque Jehová lo ha dicho.”

El pecado y la muerte son como una “cubierta”, es decir, como un pesado manto que asfixia a la humanidad. En este pasaje, Jehová le garantiza a su pueblo que “se tragará” el pecado y la muerte; en otras palabras, los eliminará “de toda la tierra”.

Isaías predijo la llegada del Mesías, quien desempeñaría un papel similar al que tenía el macho cabrío para Azazel del que habla la Ley mosaica. Una vez al año, en el Día de Expiación, el sumo sacerdote tenía que “poner ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesar sobre él todos los errores de los hijos de Israel”. Entonces, el macho cabrío tenía que “llevar sobre sí todos los errores de ellos” al desierto (Levítico. 16:7-10, 21, 22). Isaías profetizó que el Mesías se llevaría, por decirlo así, las “enfermedades”, los “dolores” y el “pecado de muchas personas”. De ese modo nos brindaría la oportunidad de vivir para siempre.
Isaías 53:4-6, 12 Reina-Valera 1995
“ Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, ¡pero nosotros lo tuvimos por azotado,como herido y afligido por Dios!5 Mas él fue herido por nuestras rebeliones,molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo,
y por sus llagas fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Isaías 53:12 Reina-Valera 1995
“Por tanto, yo le daré parte con los grandes,y con los poderosos repartirá el botín; por cuanto derramó su vida hasta la muerte,y fue contado con los pecadores,habiendo él llevado el pecado de muchos
y orado por los transgresores.”

Mediante Isaías, Jehová le dijo lo siguiente a Israel: “Tus muertos vivirán. Mis muertos se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de malvas, y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento” (Isaías 26:19).Las Escrituras Hebreas presentan con toda claridad la esperanza de la resurrección y de la vida eterna en la Tierra. Por ejemplo, cuando Daniel tenía casi 100 años de edad, Jehová le aseguró: “Descansarás, pero te pondrás de pie para tu porción al fin de los días” (Daniel 12:13).
En ocasiones, los mensajes que Jehová da no solo conciernen a la persona que los recibe, sino también a la humanidad entera. Pongamos por caso la profecía de Daniel que trata sobre el sueño que recibió el rey Nabucodonosor de Babilonia. En dicho sueño, el rey vio cómo se derribaba un gigantesco árbol (Daniel. 4:10-27). Aunque ese sueño se cumplió inicialmente en Nabucodonosor, en realidad apuntaba a algo mayor: la soberanía de Jehová. Así es, en 607 antes de nuestra era empezó un período de 2.520 años, tras el cual Jehová volvería a ejercer su soberanía sobre la Tierra mediante un gobierno que estaría en manos de un descendiente del rey David. Esto ocurrió en 1914, cuando Jesucristo fue coronado en los cielos. Dentro de poco, el Reino hará realidad la esperanza de los siervos fieles de Dios.

Después de mencionar diversos “reinos” o potencias políticas que pasarían por la historia de la humanidad, en la explicación del sueño de la imagen, en Daniel 2:44 Reina-Valera 1995 dice:
“En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”
Es evidente que ese Reino se establecería en la tierra, destruyendo para ello a todo vestigio de la soberanía humana. Y un Reino tiene gobernantes y súbditos.
Génesis 49:10
“El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos.”

Es cierto, que cuando vino Jesús a la tierra, explicó otra esperanza añadida, la resurrección espiritual, pero eso no quita la esperanza de la vida eterna en la tierra.

Veamos por ejemplo en Mateo 22:23-32
“En aquel día vinieron a él saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: 24 “Maestro, Moisés dijo: ‘Si alguien muere sin tener hijos, su hermano tiene que tomar a su esposa en matrimonio y levantar prole a su hermano’. 25 Pues había con nosotros siete hermanos; y el primero se casó y falleció, y, no teniendo prole, dejó su esposa a su hermano. 26 Les pasó lo mismo también al segundo y al tercero, hasta el último de los siete. 27 Con posterioridad a todos, murió la mujer. 28 Por consiguiente, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será ella esposa? Porque todos la tuvieron”. 29 En respuesta, Jesús les dijo: “Ustedes están equivocados, porque no conocen ni las Escrituras ni el poder de Dios; 30 porque, en la resurrección, ni se casan los hombres ni se dan en matrimonio las mujeres, sino que son como los ángeles en el cielo. 31 Respecto a la resurrección de los muertos, ¿no leyeron lo que les habló Dios al decir: 32 ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos”

Es obvio que Jesús estaba hablando de la resurrección física en la tierra, de otra forma no tendría sentido su respuesta…pero ¿de que forma serían “como los ángeles en el cielo”?
El relato paralelo de Lucas 20:36 nos lo aclara
“…De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección.”

Pero como ya dije, Cristo introdujo además un nuevo concepto:
Juan 10:16 Reina-Valera 1995
“Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; a ésas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor.”

Habló de seguidores (ovejas) que, aunque no eran del redil, sí tendrían un mismo dueño y pastor, el propio Jesús.

El propio Cristo dijo esto de los que reinarían con él en el cielo:
Lucas 12:32
”No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino. . .”

¿Sobre quien gobernarían estos discípulos del rebaño pequeño?

Mateo 19:27-29
“Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la RE-CREACIÓN( O: “regeneración; renacimiento”. Gr.: pa•lin•gue•ne•sí•ai; lat.: re•ge•ne•ra•ti•ó•ne; sir.: be‛al•ma’ jad•ta’, “en la nueva edad era) cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel. 29 Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá muchas veces más, y heredará la vida eterna.”

Es decir, cuando se introduzca la nueva era del reinado milenario, será cuando se re-haga todo lo que Satanás y su sociedad ha deshecho. Y la tierra será habitada por gente que vivirá para siempre. Gobernados por Cristo y los resucitados espiritualmente que junto con él gobernaran.
Isaías 45:18
“Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios [verdadero], el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: . . .”

Por eso la esperanza de la vida eterna en la tierra, era algo que creían los judíos en el tiempo de Jesús

Juan 11:23-26
“Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará”. 24 Marta le dijo: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día”. 25 Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; 26 y todo el que vive y ejerce fe en mí NO MORIRÁ JAMÁS ¿Crees tú esto?”

Es decir, habría gente viva, que cuando se instaurara el Reino en la tierra no tendría que morir jamás, pues serían súbditos de dicho Reino.

La esperanza de la herencia celestial, que fue toda una revelación, se convirtió en el tema principal de las cartas de las Escrituras Griegas Cristianas. Ahora bien, ¿refuerzan dichas cartas la esperanza de que la humanidad vivirá para siempre en la Tierra?

En su carta a los Hebreos, el apóstol Pablo llamó a sus compañeros cristianos “hermanos santos, participantes del llamamiento celestial”. Sin embargo, también indicó que Dios ha puesto “la tierra habitada por venir” bajo la autoridad de Jesús (Hebreos. 2:3, 5; 3:1). En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra original que se traduce “tierra habitada” siempre se refiere al planeta habitado por seres humanos. Por tanto, “la tierra habitada por venir” es el sistema de cosas que en el futuro habrá en la Tierra bajo la autoridad de Cristo. Será entonces cuando Jesús hará que se cumpla esta promesa de Dios: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Salmo 37:29).
También el apóstol Pedro escribió por inspiración acerca del futuro de la humanidad. Esto fue lo que dijo: “Los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos” (2 Pedro. 3:7). ¿Qué les sucederá a los “cielos”, o gobiernos actuales, y a la “tierra”, es decir, la malvada sociedad humana que nos rodea? (Léase 2 Pedro 3:13.) Serán reemplazados por los “nuevos cielos” (el Reino mesiánico de Dios) y por la “nueva tierra” (una sociedad justa formada por los verdaderos siervos de Dios).
El último libro de la Biblia contiene una emocionante visión de la humanidad ya perfecta (léase Revelación/Apocalipsis 21:1-4). Esa es la esperanza que han albergado los siervos de Dios desde que se perdió la perfección en el jardín de Edén. Así es, los justos vivirán en el Paraíso terrestre sin temor a las enfermedades ni a la muerte. Como hemos visto, esta esperanza se basa sólidamente en las Escrituras Hebreas y en las Escrituras Griegas. Y esta maravillosa esperanza sigue fortaleciendo a los siervos fieles de Jehová hasta el día de hoy (Revelación/Apocalipsis. 22:1, 2)

Isaías 33:24
". . .Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en [la tierra] constará de los que habrán sido perdonados por su error."

Bendito será el día en que Cristo, nuestro Señor, cumpla con estas proféticas palabras:
Isaías 11:1-9
"Y tiene que salir una ramita del tocón de Jesé; y procedente de sus raíces un brote será fructífero. 2 Y sobre él tiene que asentarse el espíritu de Jehová, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poderío, el espíritu de conocimiento y del temor de Jehová; 3 y habrá disfrute por él en el temor de Jehová. Y él no juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. 4 Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra. Y tiene que golpear la tierra con la vara de su boca; y con el espíritu de sus labios dará muerte al inicuo. 5 Y la justicia tiene que resultar ser el cinto de sus caderas, y la fidelidad el cinto de sus lomos. 6 Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. 9 No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar."


Salu2
javi
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