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Un poco de historia religiosa

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Mensaje  javi Dom Dic 04, 2011 11:53 am


Carta al cardenal Rodrigo Borgia:
“Amado hijo:
Hemos oído que, hace cuatro días, damas de Siena –mujeres enteramente entregadas a frivolidades mundanas – estaban reunidas en los jardines de Giovanni di Bichis, y que tú, olvidando completamente el alto cargo de que estás investido, estuviste con ellas desde la hora diecisiete a la veintidós. Contigo estaba uno de tus colegas cuya edad, si no la dignidad de su cargo, debía haber bastado para recordarle su deber. Hemos oído que se bailaron las danzas más licenciosas, que no faltó ninguna de las seducciones de amor y que te condujiste de una forma totalmente mundana. La vergüenza me prohíbe mencionar todo lo que tuvo lugar, no sólo los actos, sino los mismos nombres son indignos de tu posición. Para que pudieras dar rienda suelta a tu lascivia, no fueron admitidos los padres, maridos, hermanos y deudos de las jóvenes…Toda Siena habla ahora de aquella orgía…Nuestro disgusto no puede expresarse con palabras…Un cardenal debe estar por encima de todo repreoche…” (Raynaldus, An. 1460, 31)
Así escribía el sobrio Pío II al joven Rodrigo Borgia, cardenal y vicecanciller de la Iglesia Romana, en junio de 1460. Y el Papa no se escandalizaba fácilmente. En sus días alegres cuando aún era Aeneas Piccolomini, había sido tan pecador como cualquiera, e incluso ahora estaba dispuesto a pasar por alto muchos pecadillos del joven y brillante español que sabía atraerse la simpatía de los hombres con la misma facilidad que de las mujeres. Pero, al parecer, aquel asunto de Siena había superado los límites de la tolerante sociedad sienesa, y Pío II expresaba su disgusto en términos inequívocos, suministrando de paso a la posteridad el primer esbozo de la vida privada del futuro Papa Borgia.

Rodrigo de Borgia nació en 1431 en una destacada familia de Játiva, localidad del reino de Aragón que hoy forma parte de España. Era sobrino del obispo de Valencia, Alfonso de Borja, el cual veló por su educación y dispuso que, estando aún en la adolescencia, recibiera beneficios eclesiásticos (o sea, cargos religiosos dotados de rentas). Con 18 años, y al amparo de su tío, quien ya para entonces era cardenal, se trasladó a Italia, donde cursó estudios de derecho. Cuando Alfonso pasó a ser el papa Calixto III, convirtió en cardenales a Rodrigo y a su otro sobrino, Pedro Luis de Borgia, al que además hizo gobernador de varias ciudades. Rodrigo, por su parte, no tardó en ser nombrado vicecanciller de la Iglesia, cargo que desempeñó bajo varios pontífices y con el que obtuvo lucrativos beneficios eclesiásticos, forjó una fabulosa fortuna, ejerció enorme poder y vivió como todo un príncipe.
Rodrigo era hombre inteligente, elocuente orador, mecenas de las artes y persona capaz de lograr sus objetivos. No obstante, mantuvo varias relaciones ilícitas, que lo convirtieron en padre de cuatro hijos con su amante de toda la vida, y de algunos más con diversas mujeres. Aunque el papa Pío II lo amonestó por su afición al entretenimiento “más disoluto” y al “placer desenfrenado”, no modificó su línea de conducta.
Tras la muerte del papa Inocencio VIII, en 1492, los cardenales se reunieron para elegir sucesor. Es innegable que Rodrigo de Borja, con espléndidas ofertas y total descaro, compró suficientes votos de sus colegas para salir del cónclave convertido en el papa Alejandro VI. ¿Cómo los sobornó? Entregándoles dignidades eclesiásticas, palacios, castillos, ciudades, abadías y obispados que brindaban cuantiosas rentas a sus titulares. No es de extrañar que un historiador eclesiástico se haya referido así a los inicios de su pontificado: “Comenzaban para la Iglesia romana días de afrenta y escándalo”.
En virtud de su autoridad espiritual como cabeza de la Iglesia, Alejandro VI arbitró entre España y Portugal el reparto de los nuevos territorios descubiertos en América. Sus poderes temporales lo convertían en jefe de los estados pontificios, que se extendían por el centro de Italia y a los que gobernaba como cualquier otro soberano renacentista. Su reinado, como el de tantos papas que le precedieron o le sucedieron, se caracterizó por la corrupción, el nepotismo y más de una muerte sospechosa.
En aquel turbulento período en el que varias facciones se disputaban los territorios italianos, el Papa no era un mero espectador. Con sus maniobras y alianzas políticas, que un día establecía y otro anulaba, aspiraba a consolidar su dominio, favorecer a sus hijos y elevar su apellido sobre el de todos sus rivales. Así, su hijo Juan se casó con la prima del rey de Castilla y fue nombrado duque de la ciudad española de Gandía, y otro de sus vástagos, Jofré, se desposó con la nieta del rey de Nápoles.
Al convenirle al pontífice un aliado que fortaleciera sus relaciones con Francia, rompió el compromiso de su hija Lucrecia, de 13 años, con un noble aragonés, y concedió su mano a un pariente del duque de Milán. Cuando dicho matrimonio perdió su interés político, buscó un pretexto para anularlo y casarla con Alfonso de Aragón, miembro de una dinastía rival. Entretanto, el ambicioso e implacable hermano de Lucrecia, César de Borgia, formó una alianza con Luis XII de Francia, de suerte que el reciente enlace de su hermana con un aragonés se volvió inoportuno. ¿Cómo se resolvió la dificultad? Según fuentes acreditadas, el desdichado esposo “resultó herido en un intento de asesinato cometido por cuatro atacantes en la escalinata de San Pedro, y durante su convalecencia fue estrangulado por un sirviente de César”. El Papa, ansioso de establecer alianzas estratégicas, dispuso una tercera boda para Lucrecia, ya de 21 años, en esta ocasión con el hijo del poderoso duque de Ferrara.
Se ha dicho que César de Borgia fue “un desaprensivo cuya historia estuvo teñida de sangre”. Aunque su padre lo nombró cardenal a los 17 años, valía más para las armas que para los púlpitos, pues era astuto, ambicioso y corrupto como pocos. Dejó su cargo eclesiástico y contrajo nupcias con una princesa de Francia, lo que le valió el ducado de Valentinois. Luego, con el apoyo de los ejércitos franceses, emprendió una campaña de asedio y asesinatos con objeto de someter a su dominio todo el norte de Italia.
A fin de procurarse el respaldo militar francés que necesitaba para fomentar los intereses de su hijo César, el Papa provocó un escándalo al conceder a Luis XII de Francia la conveniente anulación de su matrimonio, la cual le permitió casarse con Ana de Bretaña e incorporar a sus dominios el ducado que ella poseía. De este modo, según un acreditado historiador, el pontífice “sacrificaba deliberadamente el prestigio de la Iglesia y el rigor de los principios a la obtención de beneficios temporales familiares”.
Los desafueros de los Borgia les granjearon muchas enemistades. En esencia, el Papa se limitó a hacer oídos sordos a las críticas de sus detractores. Pero no pudo emplear dicha táctica con Girolamo Savonarola, fogoso predicador dominico y dirigente político de Florencia que arremetió con ímpetu contra los vicios de la corte pontificia, así como contra la persona y la política del propio Papa, llegando a pedir su destitución y la reforma eclesiástica. Savonarola exclamó: “Jefes de la Iglesia [...:] Vosotros estáis de noche con la concubina y por la mañana acudís al Sacramento”. Más tarde dijo de ellos: “Abiertamente muestran sus meretrices, su mala fama va en detrimento de la Iglesia. Estos, yo te lo digo, ni siquiera creen en la fe de Cristo”.
Tratando de comprar su silencio, el pontífice le ofreció el cardenalato a Savonarola, pero este lo rechazó. Fuera la causa de su ruina su política antipapal o su predicación, terminó excomulgado, detenido, torturado hasta arrancarle una confesión, y luego ahorcado y quemado en la hoguera.
Estos sucesos históricos plantean importantes cuestiones. ¿Qué explicación pueden tener tales intrigas y actos de un papa? ¿Cómo los justifican algunos historiadores? Valiéndose de diversos razonamientos.
Muchos sostienen que debe verse a Alejandro VI en su contexto histórico. Sus actividades políticas y eclesiásticas estaban aparentemente condicionadas por sus deseos de mantener la paz y el equilibrio entre estados rivales, de estrechar los lazos de amistad con aliados que defendieran al papado y de unir a los monarcas de la cristiandad contra la amenaza turca.
Pero ¿y su conducta? Un especialista ofrece esta respuesta: “Malos cristianos ha habido en todos tiempos en la Iglesia, y asimismo ha habido sacerdotes indignos, y para que nadie se escandalizara de ello, lo había ya predicho el mismo Cristo; el cual comparó su Iglesia con un campo, donde crece la cizaña mezclada con el buen trigo, y con una red en la que se hallan peces buenos y malos; y él mismo tuvo longanimidad para sufrir entre sus Apóstoles a un Judas”.
El mismo estudioso añade: “Como el engarce despreciable no destruye en manera alguna el valor de una piedra preciosa, así los pecados de un sacerdote no pueden tampoco perjudicar esencialmente” a “la doctrina por el mismo predicada. [...] [El] oro es oro, ya lo distribuya una mano pura [o] impura”. Un historiador católico arguye que la norma que deberían haber seguido los católicos sinceros en el caso de Alejandro VI es el mismo consejo que dio Jesús a sus discípulos para con los escribas y fariseos, a saber, el de hacer lo que les dijeran, pero no lo que hicieran (Mateo 23:2, 3). Francamente, ¿le parece convincente este razonamiento al lector?
Jesús expuso un criterio muy sencillo para determinar la autenticidad de quienes afirman ser cristianos: “Por sus frutos los reconocerán. Nunca se recogen uvas de espinos o higos de cardos, ¿verdad? Así mismo, todo árbol bueno produce fruto excelente, pero todo árbol podrido produce fruto inservible; un árbol bueno no puede dar fruto inservible, ni puede un árbol podrido producir fruto excelente. Realmente, pues, por sus frutos reconocerán a aquellos hombres” (Mateo 7:16-18, 20).
En general, ¿qué nivel alcanzan los dirigentes religiosos del pasado y del presente al compararlos con el modelo cristiano que dejó Jesucristo y que ejemplificaron sus verdaderos seguidores? Examinemos dos campos: la intervención en la política y el estilo de vida.
Jesús no fue ningún príncipe mundano. Llevó una vida tan humilde que, como él mismo admitió, ni siquiera tenía “dónde recostar la cabeza”. Su Reino “no [era] parte de este mundo”, y sus discípulos tampoco debían ser “parte del mundo, así como [él no era] parte del mundo”. De ahí que Cristo se negara a inmiscuirse en la política de sus días (Mateo 8:20; Juan 6:15; 17:16; 18:36).
¿No es verdad, sin embargo, que hay religiones que llevan siglos confraternizando con los gobernantes a fin de obtener poder y riquezas, aunque con ello perjudiquen a la gente común? ¿Y acaso es menos cierto que no pocos clérigos viven lujosamente mientras un sinnúmero de feligreses a quienes deberían estar sirviendo se hallan en la miseria?
Santiago, medio hermano de Jesús, advirtió: “Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios” (Santiago 4:4). ¿Por qué se convierte en “enemigo de Dios”? Por la razón que indica 1 Juan 5:19: “El mundo entero yace en el poder del inicuo”.
Un historiador contemporáneo de Alejandro VI escribió lo siguiente sobre él: “Adelantábanse [a sus] virtudes, con gran distancia, los vicios. No tenía sinceridad, vergüenza, verdad, fe, ni religión, [sino] costumbres muy obscenas, avaricia insaciable, inmoderada ambición, crueldad más que bárbara, y codicia grande de levantar por cualquier camino [a] sus hijos, que eran muchos”. Por supuesto, el papa Borgia no fue el único jerarca eclesiástico que se comportó de ese modo.
¿Qué dicen las Escrituras sobre tal conducta? El apóstol Pablo señaló: “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores [...] ni adúlteros [...] ni personas dominadas por la avidez [...] heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9, 10).



javi
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Mensaje  Karlos70 Lun Dic 05, 2011 7:54 am

Quizá alguien pudiera decir: ¿porqué no estar en un puesto político si por ejemplo Daniel y Nehemías eran funcionarios públicos? Pero se responderá con solo razonar que ellos estaban en esos puestos, no por que así ellos lo hubieran deseado originalmente.

Ya que en el caso del profeta Daniel a él de joven junto con otros jóvenes mas fueron llevados a la fuerza para que formaran parte en la corte de Rey Nabucodonosor, rey de Babilonia.

(Daniel 1:3-7) Entonces el rey dijo a Aspenaz, su primer oficial de la corte, que trajera a algunos de los hijos de Israel y de la prole real y de los nobles, 4 niños en los cuales no hubiera ningún defecto, sino que fueran buenos de apariencia y tuvieran perspicacia en toda sabiduría y estuvieran familiarizados con el conocimiento, y tuvieran discernimiento de lo que se sabe, en los cuales también hubiera facultad de estar de pie en el palacio del rey; y les enseñara la escritura y la lengua de los caldeos.

5 Además, a ellos el rey les señaló una ración diaria de los manjares exquisitos del rey y del vino que él bebía, aun para nutrirlos por tres años, para que al fin de estos estuvieran de pie delante del rey. 6 Ahora bien, sucedió que hubo entre ellos algunos de los hijos de Judá: Daniel, Hananías, Misael y Azarías. 7 Y a ellos el oficial principal de la corte se puso a asignar nombres. De modo que asignó a Daniel [el nombre de] Beltsasar; y a Hananías, Sadrac; y a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.

En caso de Nehemías sucedía lo mismo estaba en una nación extranjera como exiliado estando asignado al puesto de copero del rey persa Artajerjes:

(Nehemías 2:1-4) Y en el mes de Nisán, en el año veinte de Artajerjes el rey, aconteció que hubo vino delante de él, y yo como siempre alcé el vino y se lo di al rey. Pero yo nunca había estado triste delante de él. 2 De modo que el rey me dijo: “¿Por qué está triste tu rostro cuando tú mismo no estás enfermo? Esta no es otra cosa sino tristeza de corazón”. Ante eso, me dio muchísimo miedo. 3 Entonces dije al rey: “¡Viva el rey mismo hasta tiempo indefinido! ¿Por qué no debe ponerse triste mi rostro cuando la ciudad, la casa de las sepulturas de mis antepasados, está devastada, y sus mismas puertas han sido comidas por el fuego?”. 4 A su vez el rey me dijo: “¿Qué es esto que tratas de conseguir?”. Al instante oré al Dios de los cielos.

Y esas potencias mundiales estaban sometiendo a la nación escogida en su momento y de la que llevaría su nombre y que debido a su mal derrotero estaban siendo sojuzgados por gobiernos mundanos, hoy en día no hay una nación o país en el mundo como tal que pueda decir que sea completamente Teocratica que su forma de gobernación sea su Rey Jehová Dios.


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Mensaje  jureimp Lun Dic 12, 2011 2:38 am

MUY LINDA LA HISTORIA Y LOS COMENTARIOS...CON ESTO USTEDES YA TIENEN UN PUESTO DENTRO DE LOS 144000 ELEGIDOS ¿PORQUE NO CUENTAN UNA HISTORIA DE VAQUEROS?, A LO MEJOR SUENE UN POCO MAS CONVINCENTE...

SALUDOS
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Mensaje  javi Mar Dic 13, 2011 12:22 am

jureimp escribió:MUY LINDA LA HISTORIA Y LOS COMENTARIOS...CON ESTO USTEDES YA TIENEN UN PUESTO DENTRO DE LOS 144000 ELEGIDOS ¿PORQUE NO CUENTAN UNA HISTORIA DE VAQUEROS?, A LO MEJOR SUENE UN POCO MAS CONVINCENTE...

SALUDOS
JUREIMP

Yo creo, que más bien, deberías preguntarte... si existe de verdad un infierno de fuego para los pecadores ¿cuantos Papas habrá allí?
Leete los libros de historia, la iglesia no los ha podido quemar todos.

Salu2


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Mensaje  jureimp Miér Dic 14, 2011 3:34 pm



Si hay dudas del infierno o no, es problema de cada quien...si los Papas están en el infierno o no, Dios los sabrá juzgar...¿Podrías facilitarme los libros que mencionas?...suena interesante, aunque hay cosas mas importantes que hacer...

Por último, gracias por escribir Papas con mayúscula no me queda la menor duda que los respetas.

Saludos
Jureimp

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Mensaje  javi Miér Dic 21, 2011 11:49 pm

jureimp escribió:

Si hay dudas del infierno o no, es problema de cada quien...si los Papas están en el infierno o no, Dios los sabrá juzgar...¿Podrías facilitarme los libros que mencionas?...suena interesante, aunque hay cosas mas importantes que hacer...

Por último, gracias por escribir Papas con mayúscula no me queda la menor duda que los respetas.

Saludos
Jureimp


Leete "Los malos Papas" de E.R. Chamberlin
Resulta que los T.J también leemos libros que no son de la W.T.

Salu2
javi
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